La unificación de Italia y Alemania

Al restaurar el mapa de Europa, el Congreso de Viena no tuvo en cuenta los deseos de unificación de alemanes e italianos, ni tampoco los anhelos de independencia de las naciones sometidas a Rusia, Austria y el Imperio otomano en el Este de Europa. El nacionalismo contribuyó así a resquebrajar el orden de la Restauración.
La unificación de Italia
En el Congreso de Viena, Italia quedó dividida en siete estados:
·        El reino de Piamonte-Cerdeña, bajo la dinastía de Saboya.
·        El reino de las Dos Sicilias (Nápoles y Sicilia), bajo los Borbones.
·        Los Estados Pontificios (Romaña, Marcas, Umbría, Lacio, Pontecorvo y Benevento).
·        Los ducados de ParmaMódena y Toscana.
·        Lombardía-Véneto, en poder de Austria.

El movimiento cultural conocido como Risorgimento impulsó la unidad italiana. Existía una corriente republicana y revolucionaria representada por Giuseppe Mazzini (1805-1872), que fracasó en sus intentos de unificación (1848). Sería la opción moderada, promovida desde la Monarquía Parlamentaria de Piamonte y dirigida por el Jefe de Gobierno, el conde de Cavour (1810-1861), la que conseguiría la unificación, que se produjo en las siguientes fases:

·        La victoria de Piamonte sobre Austria en Magenta y Solferino (1859), con ayuda francesa, supuso la incorporación de Lombardía.
·        La unión mediante plebiscito de los estados centrales (ParmaRomañaMódena y Toscana) a Piamonte (1860).
·        La liberación de Nápoles y Sicilia por la expedición del republicano  Garibaldi (1860), que las puso en manos del rey de Piamonte.
·        La proclamación de Víctor Manuel II de Piamonte como rey de Italia (1861).
·        La anexión del Véneto (1866), tras la derrota de Austria frente a Prusia en Sadowa. El Véneto es entregado a Francia (1866) que la cede a Víctor Manuel II a cambio de Niza y Saboya.
·        La entrada de las tropas de Víctor Manuel II en Roma (1870), tras la derrota de Napoleón III, que protegía al Papa, en Sedán frente a Prusia.

El nuevo Estado se enfrentó  a tres grandes problemas:
·       La hostilidad del papado, recluido en el Vaticano
·       El contraste entre el norte industrializado y el sur agrario y atrasado
·       El carácter incompleto de la unificación, ya que Istria y Trento seguían bajo control austriaco.


La unificación de Alemania

La Confederación Germánica, creada en 1815, estaba formada por treinta y nueve estados. Austria ejercía la presidencia, pero Prusia rivalizaba con ella en poder e influencia. Otros cuatro reinos importantes eran Sajonia, Baviera, Hannover y Württemberg.

La idea de unión se basa en tres aspectos:
·       El romanticismo estableció la idea de un espíritu alemán (Herder, Fichte) que alimentó el nacionalismo.
·       Existían también intentos liberales y democráticos de unificación basados en la voluntad de los ciudadanos de constituirse en estado.
·       La creación del Zollverein o Unión Aduanera del Norte (1834), que suprimió impuestos y otros obstáculos para el comercio, supuso un primer paso hacia la unidad.

Un intento revolucionario tuvo lugar en 1848, con la creación del Parlamento de Frankfurt, en el que se ofreció la corona al rey de Prusia Federico Guillermo IV, pero este rechazó la vía parlamentaria hacia la unificación.

El artífice del proceso de unificación a partir de la supremacía militar y económica de Prusia fue el canciller Otto von Bismarck, durante el reinado de Guillermo I (1861-1888). Su estrategia se basó en los siguientes pasos:

·       Guerra de los Ducados (1864): Bismarck ocupó los ducados de Schleswig y Holstein, territorios alemanes pertenecientes a Dinamarca  que fueron cedidos a Prusia y Austria en régimen de condominio.
·       Provocó la guerra contra Austria (1866) por las rivalidades  por el control de los ducados. La victoria prusiana en Sadowa permitió a Bismarck crear la Confederación del Norte de Alemania (1867), de la que quedó excluida Austria.
·       Buscó un enemigo común en la guerra franco-prusiana (1870), en la que los prusianos vencieron a Francia. Esto culminó la obra de la unificación alemana con la incorporación de Alsacia y Lorena. En 1871 se proclamó el Imperio alemán, o II Reich, con Guillermo I como soberano.

El resultado fue una gran potencia económica y demográfica, pero con algunas cuestiones problemáticas: 

  • un imperio dominado por una ideología conservadora y militarista,  
  • una dualidad religiosa, con predominio del luteranismo en el norte y del catolicismo en el sur, 
  • y la frustración de la consecución de la Gran Alemania al no integrar los territorios alemanes de Austria.
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